El Corazón del Padre está unido al de María, como el Corazón de todo padre está unido a su hija más querida. El Corazón del Hijo al de María, como el Corazón de todo hijo al de la madre más digna. El Corazón del Espíritu Santo a María, como el Corazón del más divino de los esposos a la más querida de las esposas. Recíprocamente, el Corazón de María al Padre, como el Corazón de la mejor de las hijas al padre más querido. El Corazón de María al del Hijo de Dios, como el Corazón de una madre inigualable al del Hijo sin par. Finalmente, el Corazón de María es al Espíritu Santo como el Corazón de una esposa, hoguera del amor más ardiente, va a la Esposa que es Amor esencial, Amor-Dios, infinito, inmenso y eterno. Así, según el Cantar de los Cantares: «El Bien-Amado de María es todo para ella, y María es toda para su Bien-Amado.»