Hermanos, no veis cómo ella se pone cerca de la cruz, y con qué ojos ve a su Hijo todo desangrado, todo cubierto de heridas, que ya no tiene el rostro de un hombre? Esa mirada le da la muerte: si ella se acerca a ese hotel, es porque ahí quiere ser inmolada, y es ahí donde siente el golpe de la espada cortante, que según la profecía de Simeón debía desgarrar sus entrañas y traspasar su corazón maternal de heridas crueles sin cuenta. Ella está cerca de su Hijo, no tanto por la cercanía del cuerpo, sino por la asociación del dolor: Stabat juxta crucem: se queda junto a la cruz, porque la Madre lleva la cruz de su Hijo con un dolor tan grande, mayor que el de todos los otros.