¿Quién podrá, oh Virgen bendita, medir la amplitud, lo sublimidad y la profundidad de tu misericordia? Su fuerza, hasta el final de los tiempos, llega a todos aquellos que la invocan; su amplitud envuelve al globo terrestre a tal punto que su misericordia llena la tierra entera. Su sublimidad produjo el renacimiento de la ciudad celeste y su profundidad obtuvo el rescate de los que están sentados en la oscuridad bajo las sombras de la muerte. Por ti el cielo se llena, el infierno se vacía, la Jerusalén celeste emerge de sus ruinas, la vida perdida le es devuelta a los infelices que aguardan. Así la caridad abunda en compasión y generosidad afectiva.