Que no se hable más de tu misericordia, Virgen bienaventurada, si alguno recuerda haberte invocado en sus dificultades y que Tú no hayas acudido en su ayuda. Nosotros, tus pequeños siervos, te alabamos por tus otras virtudes, pero de tu misericordia nosotros mismos nos felicitamos. La virginidad, la elogiamos, la humildad, la admiramos, pero la misericordia tiene, para los desdichados, mayor mansedumbre. La misericordia, la abrazamos con más ternura, la recordamos más a menudo, la invocamos con más frecuencia. Es Ella quien consiguió que el mundo entero fuera restaurado, arrancando con su oración la salvación de todos los hombres. Es evidente que estaba preocupada por todo el género humano, Ella a quien le fue dicho: "No temas, María, en ti se hizo la gracia, esa gracia que tú buscabas.