El martirio de la Virgen nos ha sido transmitido tanto en la profecía de Simeón como en el relato de la Pasión del Señor. « Este niño está allí, dice del niño Jesús el santo anciano, como un signo de contradicción, y a ti, le habla ahora a María, una espada te traspasará el corazón. » Madre bendita, es cierto que una espada traspasó tu alma. Además, sólo traspasándola pudo penetrar en la carne de tu Hijo. Después de que tu Jesús diera el último suspiro, la lanza que le abrió el costado evidentemente no pudo alcanzar a su alma; pero la tuya sí la traspasó. Su alma, en efecto, ya no estaba más allí, pero estaba la tuya sí estaba. No os asombréis, hermanos, si se dice que María es mártir en su alma. El que se asombra olvida - lo habéis oído - que Pablo cuenta la falta de afecto entre los crímenes más grandes de los paganos. Pero esto no fue del todo así para el corazón de María. Que lo sea también para sus humildes servidores. Sermón del abad san Bernardo