De las palabras que la Virgen dijo al Cacique y a los Indios Cospes desde la primera de sus apariciones en 1591: "Vayan a casa de los blancos y que les echen agua en la cabeza para poder ir al Cielo", se deduce que la Virgen se constituyó en Misionera de los Indios venezolanos siendo en la Aurora de la Fe del nuevo mundo como un sol brillantísimo que irradiara los más fulgurantes resplandores. Pero no se apareció sólo para convertir a los indios sino que dejó su retrato en esta tierra privilegiada para iluminarla a través de los tiempos. No significan otra cosa los múltiples prodigios que su poder ha obrado en favor de sus devotos y continúa obrando en el orden de la naturaleza, como en el de la gracia para conservar siempre el vivo rescoldo de la Fe en el pueblo venezolano. Muchas son las devociones marianas como las distintas advocaciones de la Santísima Virgen en Venezuela. Todas son sin duda dignas de consideración y aprecio pero ninguna como la de la Virgen de Coromoto. Ella es la primera en el orden del tiempo pues ninguna como ella puede remontarse a los tiempos de la Evangelización primitiva de los Indios cuando la Fe empezaba a nacer en tierras Americanas. Ella es la única que tiene por origen la aparición real de la Santísima Virgen en persona a nuestros aborígenes, dejándoles el don inestimable de su imagen. Ella es la que con más fuerzas atrae los corazones de toda Venezuela pues desde las remotas regiones acudieron llenos de Fe y amor los peregrinos.