Sierva del Señor es el único nombre que ella se haya dado por primera vez en Nazaret, en secreto, ante Gabriel, cuando acepta realizar el extraordinario mensaje que la hace Madre de Dios: "He aquí la Esclava del Señor, hágase en mí según su palabra (Luc., I, 38) Ella es la Sierva del Señor? Obediente desde siempre a la palabra, de obediencia heroica ante al Arcángel, y luego no hace sino renovar el recuerdo, la promesa y lo sublime. La verdadera humildad, esa que se pone al servicio total de la Voluntad de Dios, no consiste en algunos hechos de contenido exterior, ella procede del corazón. María es la humilde de corazón, por excelencia: ella es la Sierva del Señor e incluso la Sierva de las siervas, la Sierva humilde de palabra, humilde en sus actos. Por eso Dios la ve con tanta complacencia y amor.