Que la dulce Madre de Dios me conceda la sabiduría necesaria para exponer y explicar esta cantiga. ¡Que Nuestro Señor venga en mi ayuda! (...) Pues las "cosas extraordinarias" que Dios ha hecho por ella, no se pueden expresar ni medir. Por eso toda su gloria se resume en una sola palabra « Madre de Dios »; al hablar de ella, al dirigirse a ella, no se puede evocar nada más grande, incluso si poseyéramos tantas lenguas como hay hojas y hierbas en el campo o estrellas en el cielo y arenas en el mar. Hay que examinar con profundo recogimiento lo que significa: ser la Madre de Dios. (...) Ella es esa preciosa joya, nunca suficientemente alabada.