Las iglesias ortodoxas celebran el 1º, o el 28 de octubre (para el grupo griego) la Santa Protección de su Soberana, la Madre de Dios y Siempre Virgen María. Esta festividad particularmente solemne en las Iglesias eslavas fue instituida a raíz de una visión que tuvo San Andrés «el loco de Cristo», un día en que se celebraba una vigilia en la iglesia de Blachernes en Constantinopla. A las cuatro de la madrugada, el Santo sumergido en la oración alza los ojos hacia el cielo y ve a la Santa Madre de Dios en medio de los fieles, cubriéndolos con su velo (mamphorion). Andrés confirma su visión cuando su discípulo Epífano le asegura que él también había contemplado el espectáculo del cielo. El santo se precipita entonces al Santuario, abre el cofre que contenía la reliquia del precioso velo de la Reina del mundo, y, de pie, ante las Puertas Santas lo extendió sobre la multitud. El velo era tan grande que los cubría a todos, pero permanecía suspendido en el aire, mantenido por una fuerza misteriosa. La Madre de Dios se eleva entonces hacia el cielo, envuelta en un extraordinario resplandor y desaparece tras dejarle al pueblo cristiano su Santo Velo en garantía de su benévola protección. Esta protección, la Madre de Dios la muestra en muchas oportunidades en la ciudad imperial, y de la misma forma a toda la Santa Iglesia.