Su sabiduría es una, simple e indivisible, pero para adaptarla a nuestra capacidad, es preciso, en cierta manera, dividirla en varios actos o momentos, cuanto más porque las cosas creadas están subordinadas entre ellas, se suceden y se enlazan unas con otras. En un primer momento, después de la comunicación con Dios ad intra, es decir, en su interior, el consideró digno de su bondad comunicarse ad extra, o sea fuera de su ser, haciendo parte de su divinidad y de sus perfecciones a criaturas de las que él tomaría sus delicias. En un segundo momento, decreta realizar esta comunicación por la gloria exterior que debía proceder de la manifestación de su grandeza. En el tercer instante, determina el orden en el cual tendría lugar esta comunicación, para que entre todos los seres creados brille la más hermosa armonía.