Enterada de las visiones del Hermano Fiacre y de la prueba dada, la reina con mucha fe creyó en la realización de las promesas del Cielo. La opinión del Cardenal era determinante y el rey fue informado. El tiempo pasaba, y bajo una fuerte inspiración, el 08 de noviembre de 1637, el Hermano Fiacre comienza las tres novenas en nombre de la reina, que luego se le unió en oración. Las novenas terminaron el 05 de diciembre siguiente, exactamente nueve meses antes del nacimiento del futuro rey Luis XIV. En los primeros días de febrero de 1638 la reina comienza a sentir los movimientos del niño y su primer deseo fue el de conocer al Hermano Fiacre. El humilde religioso fue obligado a presentarse al palacio del Louvre, confuso y emocionado, vio a la reina arrodillarse frente a él y darle las gracias. Estaba claro que Ana de Austria tenía confianza en el final feliz de su embarazo. Poco después, el Hermano encontró al rey quien le encarga, partir en compañía de otro hermano, a Cotignac. El 7 de febrero le llega una Orden Real indicándole ese viaje. El rey velaba porque todo se le facilitara para realizarlo, al final de su carta ordenaba, a sus lugartenientes y generales, darle al portador paso libre y seguro, prestándole apoyo y asistencia si fuese necesario. Pero el Hermano Fiacre no pediría tantas cosas para ponerse en camino?