Según la tradición, el 4 de noviembre de 1696, los fieles que asistían a la misa en la pequeña iglesia greco-latina del pueblo de Pocs, vieron derramar lágrimas a la Virgen del icono de "Odigitria". El fenómeno se repitió hasta el 08 de diciembre y fue constatado por una multitud numerosa que llegaba de los pueblos vecinos. El cura recogió en un pañuelo de seda "esas perlas preciosas de la misericordia" y se las envió al obispo, el cual las hizo examinar por testigos eclesiásticos y civiles. El resultado del examen obtuvo aprobación unánime. El prodigio despierta el interés de la familia real y el emperador Leopoldo I ordena que el icono de la Virgen sea transferido a la catedral de Viena. En la capital el icono milagroso fue de inmediato objeto de gran veneración; los fieles lo invocan en cada necesidad y sobre todo durante la guerra contra los turcos, expulsados definitivamente del territorio austro-húngaro en 1697. En ese momento colocan en Mariapócs una copia que también comienza a llorar en 1715, del 1 al 15 de agosto. Como los peregrinos acudieran cada vez en mayor número, las autoridades deciden construir una iglesia más amplia que comenzada en 1749 se termina en 1946. El flujo de peregrinos en el curso de los últimos dos siglos siguientes crece cada día, en parte, debido a una tercera manifestación milagrosa ocurrida en 1905 durante más de un mes. (...) Juan Pablo II a la hora del ángelus del 17 agosto de 1988, declara que "Máriapócs es un lugar de unidad, donde los fieles de distintas naciones veneran el amor maternal de María que, afligida por los pecados de sus hijos, intercede por ellos ante su divino Hijo. Diríase que vienen aquí a unir sus lágrimas a las de la Virgen, para purificarlas y fundirlas en una ofrenda única con la de Jesús Redentor."