Sacerdotes y fieles se sorprenden de no ver una estatua de la Virgen María en ciertas iglesias. Dicha ausencia no favorece la devoción hacia la Madre de Dios y Madre de los hombres. Y me permito insistir para que en cada lugar de culto una estatua de la Santa Virgen sea ofrecida a la piedad del pueblo de Dios, según una antigua tradición de la Iglesia latina. Se sabe que la Iglesia Ortodoxa venera la imagen de la Virgen María y que los hermanos protestantes la honran en sus templos. Yo deseo igualmente que en todas las iglesias la estatua de la Santa Virgen sea dignamente adornada de flores, en especial en el mes de mayo y de octubre. Dios nos da a Jesús todos los días en María: rezarle a Ella es acercarse a su Hijo.