Después de María, san José es sin duda el mayor santo del cielo. San Gregorio de Nizancio dijo: «El Señor ha reunido en José, como en un sol; todo lo que los santos juntos tienen de luz y de esplendor». (...) A lo largo de la historia de la Iglesia, de san Ireneo a san Efrén, de san Basilio a san Francisco de Sales, a santa Teresa de Ávila, a san Vicente de Paul, pasando por san Agustín, san Bernardo y tantos más, todos se han inspirado en la figura humilde del carpintero, sombra del Padre en virtud de su misión en el misterio de la Encarnación. Y los papas no se quedan atrás para cantar la gloria de san José. (...) Por qué no seguir el ejemplo de Juan XXIII quien declaró con toda sencillez: « A San José, yo lo amo tanto, a tal punto que no puedo comenzar el día, ni terminarlo, sin que mi primera palabra y mi último pensamiento no sean para él».