San José bendito tú has sido el árbol elegido por Dios no para dar fruto, sino para dar sombra. Sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó Padre y al que te entregaste del todo. Tu vida, tejida de trabajo y de silencio, me enseña a ser fiel en todas las situaciones; me enseña, sobre todo, a esperar en la oscuridad. Siete dolores y siete gozos resumen tu existencia: fueron los gozos de Cristo y María, expresión de tu donación sin límites. Que tu ejemplo de hombre justo y bueno me acompañe en todo momento para saber florecer allí donde la voluntad de Dios me ha plantado. Amén. José ha sido colocado al lado de María como el serafín que guarda el Tabernáculo. Hay un «sí» de Jesús a la Encarnación, como en el Salmo 39 (cf. Hb 10,5) y hay un « sí » de María en nombre de toda la humanidad, pero hay también un «sí» de José, que funda la Sagrada Familia. José es grande, es justo, y entregado a Dios, espera al Mesías. Acepta con alegría «tomar a María bajo su responsabilidad» desde el momento mismo en que comprende los planes de Dios.