María, virgen, se muestra obediente cuando dice: « He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según Su Palabra ». Eva, por el contrario, desobedece, y desobedeció siendo todavía virgen. Así como Eva, al desobedecer, se convierte en la causa de su muerte y de todo el género humano, María, al obedecer, se convierte en la salvación para ella misma y todo el género humano. Pues lo que ha sido atado no puede ser desatado si el nudo no se deshace en el sentido inverso. De esta forma, el nudo de la desobediencia de Eva fue deshecho por medio de la obediencia de María, y lo que la virgen Eva había atado con su incredulidad, la Virgen María lo desata con su fe.