Hacia los años 1878-79, la iglesia del Cabo-de-la-Magdalena se ha vuelto demasiado pequeña, la población, entonces, decide construir una más grande. Se necesita que el río San Lorenzo congele para transportar las piedras desde la otra orilla del río, pero el invierno es muy suave y el hielo no se forma. Los feligreses oran, sin embargo, los meses pasan: enero, febrero, principios de marzo y todavía no hay hielo sólido. El cura Luc Désilets le promete entonces a la Santísima Virgen consagrarle la antigua iglesita si logran transportar las piedras. El 16 de marzo, durante la noche, se forma un paso de hielo de una orilla del río a la otra, a lo largo de dos kilómetros. Del 19 al 25 de marzo, un centenar de coches tirados por caballos transportan las piedras sobre aquel puente de hielo bautizado rápidamente como el « puente de los rosarios. » Una vez terminada la construcción, la antigua iglesita queda libre y el cura Luc Désilets cumple su promesa consagrándola a la Virgen María.