En 1865, el Japón abre de nuevo sus puertas a los extranjeros, después de 2 siglos cierre total. El Padre Petitjean de las Misiones extranjeras de Paris llega a Nagasaki y erige una iglesia en esa pequeña ciudad. «Un día, cuenta, un grupo de 12 a 15 personas compuesto de hombres, mujeres y niños, se encontraban frente a la puerta de nuestra iglesia, yo me aprestaba a abrirles, cuando una mujer se acercó y me dice con la mano en el pecho: « Nuestro corazón, el corazón de todos los aquí presentes, es igual al vuestro?» « Por supuesto, le respondí, pero dígame, usted de dónde es?» - « Nosotros somos casi todos d Urakami. Casi todo l mundo en Urakami tiene el mismo corazón que nosotros.» Y Luego, la mujer me pregunta: ¿Dónde se encuentra la imagen de la Santa María? Tras pronunciar este santo nombre, continúa el Padre Petitjean, se disipó mi duda. Me di cuenta que estaba frente antiguos cristianos del Japón. Eran quince mil y habían conservado su fe durante dos siglos y medio, aun sin tener un sacerdote. Entonces, conduje al pequeño grupo al altar de la Santa Virgen y ellos llenos de alegría se pusieron todos a rezar.»