La Santísima Virgen nos ha sido dada como la obra maestra de la misericordia de Dios, como alguien que tiene la misión primordial de hacernos entrar por esa puerta regia y estrecha de la misericordia del Padre. Nuestro Señor es fuente de misericordia para nosotros, pero en su relación íntima con el Padre, Él está como más allá de la misericordia porque es el Hijo único del Padre; ahora bien, en relación con el Hijo, el Padre no tiene una actitud de misericordia sino una actitud de amor. María, en cambio, es criatura, y como criatura la misericordia la cubre completamente desde sus orígenes; durante toda su vida ella no cesa de recibir la plenitud de la misericordia de Dios. Esta misericordia está destinada a introducirla en el amor, pero es un amor que toma un carisma especial, ya que cuando el amor de Dios es comunicado a una criatura, éste toma necesariamente la forma de un amor misericordioso. .