Amado Redentor y Señor mío Jesucristo, yo indigno siervo tuyo, sabiendo el placer que te proporciona quien trata de glorificar a tu Madre santísima, a la que tanto amas y tanto deseas ver amada y honrada por todos, he pensado publicar este libro mío que habla de sus glorias. Y pues con tanto afán tomas la gloria de esta Madre, a nadie más digno que a ti puedo dedicarlo. Te lo dedico y encomiendo. Recibe este mi pequeño obsequio, muestra del amor que te tengo a ti y a esta tu amada Madre. Protégelo haciendo llover luces de confianza y llamaradas de amor por esta Virgen inmaculada sobre aquellos que lo lean, ya que a ella la has constituido esperanza y refugio de todos los redimidos. Y en premio de este humilde trabajo, concédeme, te ruego, tanto amor a María cuanto he deseado encender en los corazones de quienes lo leyeren. Y ahora me dirijo a ti, dulcísima Señora y Madre mía María. Bien sabes que después de Jesús, en ti tengo puesta toda mi esperanza de mi eterna salvación; porque reconozco que todas las gracias de que Dios me ha colmado, como mi conversión, mi vocación a dejar el mundo y todas las demás gracias las he recibido de Dios por tu medio. Y sabes que yo, por verte amada de todos como lo mereces y por darte muestras de gratitud por tantos beneficios como me has otorgado, he procurado predicar siempre e inculcar a todos, en público y en privado, tu dulce y saludable devoción.