Yo no quiero amar a nadie más que a mi madre María. Todos los otros amores son amores de mandamiento Aunque sean necesarios, sólo mi madre Podrá avivarlos en los corazones que lo acepten. Por ella debo querer a mis enemigos, Por ella he asumido este sacrificio, La mansedumbre del corazón y el celo al servicio, Ella me los ha permitido porque le rezaba. Y como yo era frágil y todavía muy malo Con las manos inútiles y los ojos cegados de caminos, Ella me besó los ojos y me juntó las manos, Me enseñó las palabras para adorar. Por ella quise estas tristezas Por ella he puesto mi corazón en las Cinco Llagas, Y todos esos esfuerzos hacia la cruz y el suplicio Porque le he rogado con ellos ha ceñido mi cintura. Yo no quiero pensar más que en mi madre Maria Recinto de sabiduría y fuente del perdón. Madre de Francia, de quien esperamos Inquebrantables el honor de la Patria. María Inmaculada, el único amor, Razón de la fe cordial y viva ¿Por amarte qué cosas buenas no haría Amándote de este amor único, Puerta del cielo?