Es la más universal de todas las advocaciones de la Virgen, pues no está vinculada a una aparición, sino que recuerda los dolores que sufrió la Madre de Jesús. Estos son: La profecía de Simeón, la huida de Egipto, el niño Jesús perdido en el Templo, el encuentro de Jesús y María camino al Calvario, la Crucifixión, el cuerpo de Jesús es bajado de la cruz, el entierro de Jesús. La devoción de los dolores de la Santa Madre de Dios es fuente de Gracias porque llega a lo profundo del corazón de Cristo. María le dijo en una oportunidad a Santa Brígida: "No importa qué tan numerosos sean los pecados de una persona. Si se vuelve a mí con un sincero propósito de enmienda, estoy preparada para recibirla, porque no tomo en cuenta el número de pecados que ha cometido, sino que me fijo en la disposición con la que viene hacia mi; ya no siento aversión por curar sus heridas, porque soy la Madre de la Misericordia." La Santísima Virgen concede 7 gracias a aquellos que mediten diariamente sus Dolores, rezando un Ave María al finalizar cada uno: 1. Le concederé paz a las familias. 2. Serán iluminados sobre los Divinos Misterios 3. Los consolaré en sus dolores y los acompañaré en sus trabajos 4. Les concederé todo lo que me pidan siempre y cuando no se oponga a la voluntad de mi Divino Hijo o a la santificación de sus almas. 5. Los defenderé de sus batallas espirituales con el enemigo interior y los protegeré cada instante de su vida. 6. Los ayudaré visiblemente en la hora de su muerte; verán la cara de su Madre. 7. He conseguido de mi divino Hijo que, cuantos propaguen esta devoción, sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados y mi Hijo y Yo seremos su consolación eterna y alegría.