En 1876 en Pellevoisin, Estelle Faguette, que padecía una enfermedad incurable le escribe una carta a María y la deposita cerca de una de sus estatuas: «Mi dulce Madre, heme aquí de nuevo prosternada a tus pies. No puedes rehusar escucharme. No has olvidado que yo soy tu hija y que te amo. Concédeme entonces por tu divino Hijo y por su gloria la salud de mi pobre cuerpo enfermo. Mira el dolor de mis padres, Tú sabes bien que ellos me tienen solamente a mí como única ayuda.» En respuesta, nuestra Madre se le aparece 15 veces a partir del 14 de febrero y le concederá su curación. «Yo soy toda Misericordiosa y ama de mi Hijo. Tus buenas acciones y tus oraciones fervientes han tocado mi corazón de Madre, entre otras esa pequeña carta que me escribiste en el mes de septiembre. Lo que más me llegó al corazón, es esta frase "piensa en el dolor de mis padres si yo llegara a faltarles. Están ya a las puertas de la mendicidad. Recuerda lo que Tú sufriste cuando Jesús fue tendido sobre la Cruz." Yo le mostré tu carta a mi Hijo, tus padres te necesitan.»