Antes del inicio de la cuaresma, un día martes de carnaval, mientras Catalina rezaba en su habitación, Cristo le dijo: « Por mí tú has echado, lejos de ti, todas las vanidades del mundo. Despreciando todos los deleites de la carne, has puesto en mí todos los placeres de tu corazón. Por eso yo he querido ahora, celebrar solemnemente contigo la fiesta de los esponsales de tu alma. Tal como te lo había prometido, te voy a desposar en la fe.» En seguida, se aparecieron la Virgen, Juan el Evangelista, san Pablo apóstol, santo Domingo y con ellos el profeta David. La Madre de Dios tomó la mano de Catalina y tendió sus dedos hacia su Hijo y le pidió que se dignara tomarla como esposa en la Fe. El Hijo único de Dios, haciendo un signo de consentimiento le presentó un anillo de oro y con su mano derecha se lo puso en el dedo anular a Catalina.