En 1531, una "Señora del Cielo" se le presentó en el Tepeyac, México, a un modesto indígena llamado Juan Diego, quien se sirvió de su "tilma", para llevarle al obispo del lugar las rosas florecidas fuera de estación, como signo dado por la Madre de Dios para confirmar la autenticidad de sus apariciones. Al abrir su manto, Juan Diego descubre impresa sobre su modesto vestido una imagen milagrosa que hasta el día de hoy se conserva perfectamente. La tilma es un vestido de poca resistencia, hecho a base de cactus, que no podría durar más de veinte años. Las copias del original, hechas, por ejemplo, en el siglo XVII no resistieron largo tiempo al paso de los años. Hoy que se celebra un Jubileo por los 475 años de ese acontecimiento, la vieja túnica de Juan Diego no muestra aún ningún signo de deterioro, lo cual es un hecho totalmente sorprendente e inexplicable.