San José era carpintero, y la Virgen panadera, y el Niño Jesús, los días que llueve y no tiene escuela, va a recoger las virutas que se escapan de la sierra, y en el horno de su madre sus santas manos las echan. Mientras las piedras del horno lentamente se caldean, vuelve al taller de su padre, y con manos inexpertas, ayudado por los ángeles, labra una cruz de madera. Y San José dice al verlo: - ¿Por qué, Jesús, siempre juegas con escoplos y cepillos a hacer cruces de madera? Y el Niño Jesús responde con su voz alegre y fresca: - ¡Porque quizás algún día me habrán de clavar en ella! Y los rubios angelitos al escuchar la respuesta, abandonan el trabajo y llenos de espanto vuelan derramando entre las nubes tristes lágrimas de pena.