Dos oficiales alemanes, prisioneros y heridos dan su testimonio el 3 de enero de 1915: «Si hubiese estado en el frente, hubiera sido fusilado; pues estaba prohibido, bajo pena de muerte, contar lo que voy a decirles: estuvisteis sorprendidos ante nuestro repliegue cuando llegábamos a las puertas de París. No pudimos ir más lejos; una Virgen se interpuso ante nosotros con los brazos extendidos, empujándonos cada vez que recibíamos órdenes de avanzar. Durante varios días no supimos si era una de vuestras santas patronas nacionales; Santa Genoveva o Juana de Arco. Después comprendimos que se trataba de la Santa Virgen que nos impedía movernos. El 08 de septiembre, nos rechazó con tanta fuerza que todos como un solo hombre salimos huyendo. Lo que os digo, seguro lo vais a escuchar más tarde de la boca de otros; ya que unos 100.000 fuimos testigo de ello.»