Así como Asuerus le dice a Esther : «esta ley hecha para todos no fue hecha para ti», así el Espíritu Santo nos revela que, desde el primer instante de su existencia, María desde el inicio de su vida terrenal, goza de las complacencias divinas más sorprendentes. ¡Es inmaculada, inmaculada por completo! «Tota pulchra es Maria et macula originalis non est in te. » Las sombras del pecado no se han acercado a ti, Virgen pura y sin mancha, lirio radiante de luz y belleza. María pertenece a la raza de las redimidas, todo en ella es fruto de la Redención. Como nosotros, permanece hija del Calvario de la Sangre redentora, pero en un orden de redención excepcional y sublime que su alma inmaculada sigue siendo la obra maestra de Dios, el edificio de la gracia, la poderosa maravilla del amor en la que el Todopoderoso ha puesto con su mano divina "los fundamentos hasta la cumbre de la montaña santa.»