María es la antítesis de Satanás porque ella acepta, no sólo la gracia que Satanás rechazó, sino también el perdón perfecto que le será dado en el momento de la creación de su alma. Ella ha acepta la pureza de su concepción inmaculada, no sólo como un don gratuito, sino como un don de misericordia, una gracia de perdón, ya que por derecho, ella debía ser incluida en la caída de los hijos y las hijas de Adán Aunque no fue tocada por el pecado, fue más que ninguna otra perdonada, fue objeto de un perdón solícito, al ser separada de la corrupción de la raza humana, no sólo sin ningún derecho de su parte, sino contra la ley, que normalmente, sin la excepción de la cual es objeto, la habría igualmente englobado.