Tomé la decisión de no preocuparme más de lo que me acababa de ocurrir, de tratar de olvidarlo, pero estas palabras: "Consagra tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María", me venían a la mente a cada instante. Para liberarme de ellas que me fatigaban, me dije: "En cualquier caso es un acto de devoción a la Santa Virgen que puede tener un buen efecto, vamos a probar". Pero mi decisión no era libre, la tomaba bajo la presión de la fatiga de mi mente. Entré en mi apartamento, para quitarme de encima este pensamiento y me puse a escribir los estatutos de nuestra asociación. En cuanto cogí la pluma, el tema me apareció claro a la vista y los estatutos fueron redactados inmediatamente.