En tiempos de las grandes invasiones suecas (1655) que en la memoria del pueblo son conocidas como "el diluvio sueco", cuando todo parecía perdido, y el rey y el ejército fueron derrotados, los monjes de Jasna Gora deciden no someterse. El poderoso ejército sueco no consigue nunca vencer a aquellos monjes polacos reunidos en un viejo monasterio. La resistencia espiritual que se organiza en torno a ellos fue tal que los suecos se vieron obligados a partir. La increíble victoria fue atribuida a María cuyo famoso icono de la Virgen Negra estaba entronizado en el monasterio de Jasna Gora. El rey Juan-Casimiro proclama a la Madre de dios Patrona del Reino de Polonia. Desde entonces el santuario de Jasna Gora es el lugar donde se recapitula toda la historia polaca, todos los grandes acontecimientos de la nación están ligados a él de una manera u otra: «hay que poner la oreja en este lugar para oír como palpita el corazón de toda la nación en el corazón de su Madre.»