Cuando la Virgen entre las vírgenes fue conducida por su Dios e Hijo, el Rey de reyes, entre el júbilo de los ángeles, la alegría de los arcángeles y las aclamaciones del cielo, entonces se cumplió la profecía de David que dice al Señor: «La reina está a tu derecha, con un vestido dorado y de ornamentos variados». Entonces, según la palabra de Salomón, «las doncellas se pusieron de pie y la proclamaron bienaventurada, y las reinas a su vez cantaron sus alabanzas», « ¿Quién ésta, dicen las virtudes celestiales, que sube toda iluminada de la mano de su Bienamado? » Y agrega: « ¿Quién es esa que se levanta como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol? » Y ellas dicen también: « ¿Quién es esa que su sube a través del desierto, como una columna de humo se alzan perfumes de mira e incienso de todas los aromas?» Para nosotros, este esplendor es nuevo y admirable; nueva y gloriosa su manera de subir; nuevo y delicioso, ese perfume suave.