El 10 agosto de 1519, un leñador, Juan de la Baume, sube solo el monte Verdaille. Como de costumbre, había comenzado el día con una oración. Acababa apenas de levantarse cuando vio surgir de una nube a la Virgen María con el Niño Jesús, rodeados de San Bernardo de Claraval, de Santa Catalina mártir, y del Arcángel San Miguel. Nuestra Señora posaba los pies sobre una media luna. Ella se dirige a Juan: « Yo soy la Virgen María. Ve y dile al clero y a los Cónsules de Cotignac que me construyan aquí mismo una iglesia, con el título de "Nuestra Señora de las Gracias", y que vengan hasta aquí en procesión, a recibir las gracias que voy a derramar ». La visión en seguida desapareció: ¿sería una alucinación? Dudoso o no, el hecho es que como Juan se guarda el mensaje para él, la Madre de Dios se le apareció por segunda vez. Al día siguiente, 11 de agosto, se presentó en el mismo lugar y tuvo la misma visión y la misma solicitud. Ahora, se resolvió a hablar y para ello bajó al pueblo sin demora. Juan era un hombre serio y los pobladores y sus ediles dieron fe al relato del piadoso leñador. Entonces, construyeron una pequeña capilla en el lugar donde se habían producido las apariciones. A ese santuario se le atribuyen numerosas gracias y múltiples milagros, entre ellos el del nacimiento de Luis XIV.