Durante las apariciones de la Madre de Dios en Zeitun, los fieles que la veían, pues no todos lo conseguían, notaron que María siempre se mostró muy dulce, a menudo sonriente, pero que a veces también parecía grave y triste. Por momentos, se distinguía perfectamente la forma e incluso la expresión de su rostro. Al menos una vez, apareció sin velo, el cabello le caía sobre los hombros y le llegaba hasta la espalda. Llegó a manifestarse con una corona y muchas aves luminosas daban vuelta a su alrededor. Ella misma era toda luz y su luminosidad era tan intensa que se necesitaba tiempo para distinguir su rostro que sobresalía en medio de tanta luz. Los fotógrafos tomaron muchas fotografías, pero la cámara no consiguió siempre captar lo que los ojos podían ver. Sin embargo, se dispone de muchas fotos donde se ve clara la silueta de María. Se estima que sólo durante el año 1968, el promedio de fieles presentes fue de unos 50.000 y que algunas noches pudo llegar hasta las 100.000 personas, tal como fuera publicado en primera plana por el diario egipcio: Al-Ahram, el 27 de abril de 1968.