El sábado de la quinta semana de Cuaresma, la Iglesia de Oriente celebra el Himno Acatista de su Santísima Soberana, la Madre de Dios y siempre Virgen María. Por medio de himnos le dan gracias a Quien en todo momento les ofrece Su protección, y en memoria de los acontecimientos que marcaron a Constantinopla en tiempos de Heracles. Todo el pueblo de Constantinopla recordando aquel día en que innumerables tropas Escitas invadieron la ciudad, cuando el Patriarca Sergio, llevando en procesión el Icono de la Santa Madre de Dios, los exhortó a no dejarse vencer y a asegurar a los resistentes, consiguiendo así de la Santa Virgen la victoria total sobre los enemigos. Ese día, para darle gracias Le cantaron toda la noche de pie, puesto que ella no dejó un instante de velar por ellos. Desde entonces, en recuerdo de ese prodigioso hecho, la Iglesia ha consagrado esta Festividad a la Madre de Dios, en este momento del año. Y al himno se le llama Acatista, porque fue de pie que fue celebrado por el Clérigo de la ciudad y por todo el pueblo.