En los alrededores de París vivía el célebre doctor Louis Granpas, conocido por su talento y su bondad con los pobres. Hijo de una familia rica, se había casado con la heredera de una gran fortuna. Y como buen cristiano, curaba gratuitamente a todos los pobres. Un domingo, cuando volvía muy tarde de un congreso de médicos toma un taxi para entrar a casa. El chofer de un rostro seco y extraño le ordena brutalmente subir e inmediatamente se lanza en una carrera vertiginosa en dirección contraria a la indicada por el médico. Este muy asustado, piensa en tomar su arma pero al darse cuenta que viene en el cofre que ha puesto en el asiento delantero, junto al conductor, saca inmediatamente su rosario y le pide a la Virgen que le ayude a salir bien de tan desventurado trance.