El 18 de noviembre de 1980, Juan Pablo II visita el más célebre y antiguo santuario mariano de toda Alemania del Sur: el de Altötting, en Baviera, cerca de la frontera con Austria, el cual remonta a la época carolingia, en tiempos del santo obispo San Ruperto. La estatua actual, ennegrecida por el tiempo y el humo de las velas, data del siglo XIV. Durante el periodo de peregrinaciones, la procesión con antorchas se termina frente a la Gnadenkapelle con la invocación a María. Y más conmovedora es la costumbre única de cargar en hombros una cruz de madera y de dar tres vueltas alrededor de la capilla, implorándole a la Madre de los Dolores el perdón de los pecados. Muchas personalidades han querido que su corazón fuese depositado en una urna o enterrado bajo los ladrillos de la capilla: el corazón de duques y reyes de la familia de Wittelsbach (familia de la célebre emperatriz "Sissi") así como los restos del piadoso Comandante Tilly, de la familia de Maximiliano I (+1651) mandaron depositar bajo la estatua una oración que escribieron con su propia sangre. Cuentan que durante la segunda guerra mundial, al ver llegar al ejército americano, las tropas nazis de la SS se atrincheraron en el convento de Alttöting, después de fusilar al prior. Los americanos advirtieron que bombardearían el lugar si no encendían las luces, los nazis rehusaron hacerlo, pero un peregrino valiente llegó a encender la luz, lo pagó con su vida, pero salvó al santuario de la destrucción.