15 de marzo - Francia. Chartres. Nuestra Señora de Sous Terre - Italia. La Virgen deja de llorar en Civitavecchia (1995)

El silencio de la Sagrada Familia (II)

¿Y cómo hubiese podido María no ser silenciosa? Una criatura que había vivido tanto tiempo con el Creador no podía hablar mucho; su corazón gozaba de plenitud, su alma se recogía en el silencio. Ella estaba con Jesús desde hacía doce largos años, años relativamente consagrados a la formación de hábitos, aunque hayan podido pasar por María como un éxtasis santo, pleno de un amor doloroso. Ella había cargado a Jesús en sus brazos, lo había velado mientras dormía, lo había alimentado, lo había visto a los ojos. El le había abierto sin cesar su corazón. Ella había aprendido a comprenderlo. Todas las semejanzas con Dios habían pasado por el alma de María. Nosotros sabemos cuán silencioso es Dios.

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