6 de enero - Epifanía del Señor

Nazaret es la escuela del Evangelio (II)

Una lección de silencio, primero. Que renazca en nosotros, acechados por tantos clamores de fracaso, de gritos de nuestra vida moderna, bulliciosa y desensibilizada, el amor al silencio, esta admirable e indispensable condición del espíritu. Oh, silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la disposición a escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros, enséñanos la necesidad y el valor del estudio, de la meditación, de la vida personal e interior, de la oración que sólo Dios ve en el silencio. Una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza austera y simple, su carácter sagrado e inviolable. Aprendamos de Nazaret cómo la formación que recibimos en ella es dulce e insustituible y aprendamos cuál es su papel primordial en el plano social. Una lección de trabajo. Nazaret, casa del hijo del carpintero, es aquí donde quisiéramos comprender y celebrar la ley severa y redentora de la labor humana; aquí, restablecer la consciencia de la nobleza del trabajo; aquí, recordar que el trabajo no puede tener un fin en sí mismo sino que su libertad y su nobleza le vienen; además de su valor económico, de los valores a cuyos fines nobles sirve. Y para terminar quisiéramos saludar aquí a todos los trabajadores del mundo y mostrarles su gran modelo, su hermano divino, el profeta de todas las causas justas, Cristo nuestro Señor;

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