Nazaret es la escuela donde se comienza a comprender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio. Aquí uno aprende a ver, a escuchar, a meditar y a penetrar en la significación profunda y misteriosa de la muy simple, humilde y bella manifestación del Hijo de Dios. Aquí uno aprende el método que nos permitirá comprender quién es Cristo. Aquí se descubre la necesidad de observar el marco de su estancia entre nosotros: los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, todo aquello de lo que se sirvió Jesús para revelarse al mundo. Aquí, en esta escuela, uno comprende la necesidad de tener una disciplina espiritual, si quiere seguir las enseñanzas del Evangelio y llegar a ser discípulo de Cristo. ¡Cuánto no quisiéramos nosotros convertirnos en niños y entrar en la humilde escuela de Nazaret, cuánto no quisiéramos, al lado de María, comenzar a adquirir la verdadera ciencia de la vida y la sabiduría superior de las verdades divinas! Pero no hacemos más que pasar. Tenemos que dejar ese deseo de seguir aquí la educación nunca terminada en la inteligencia del Evangelio. No nos marcharemos, sin embargo, sin antes haber recogido de prisa, y como a hurtadillas, algunas breves lecciones de Nazaret.