La espera del Mesías era también anunciada por los profetas como motivo de gran alegría y de exultación, dirigida a una "Hija de Sión" en la cual la Virgen, en su humildad, no se hubiese jamás reconocido. «Grita de gozo y regocíjate hija de Sión, pues he aquí que yo vengo a morar dentro de ti, oráculo de Yaveh, muchas naciones se unirán al Señor aquel día, y serán para mí un pueblo y yo moraré en medio de ti. Sabrás así que Yaveh Sebaot me ha enviado a ti.» (Za 2,14-15). « ¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores de alegría, Israel. Alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén! Yaveh ha retirado las sentencias contra ti, ha alejado a tu enemigo. ¡Yaveh, rey de Israel está en medio de ti, no temerás ya ningún mal! Aquel día se dirá a Jerusalén: No tengas miedo Sión, no desmayen tus manos, Yaveh tu Dios está en medio de ti, un poderoso salvador! ! » (So 3,14-17).