« Yo seré para él padre y él será para mí hijo» (2 S 7,14) La Virgen como todo Israel se interrogaba sobre la identidad de ese Mesías anunciado y que Dios debía enviar pronto. ¿Quién sería verdaderamente? Se esperaba una nueva presencia de Dios entre los hombres, un nuevo Templo, no hecho por los hombres, pero las profecías anunciaban todavía algo más, de manera misteriosa. Un sacerdote sería llamado "Señor", sentado a la derecha de Dios: «Oráculo del Señor a mi Señor: sentado a mi derecha, mientras yo hago de tus enemigos la escalera de tus pies. Tu cetro es un cetro de poder. De Sión domina hasta el corazón del enemigo. Tú eres Príncipe. Desde el día de tu nacimiento, los honores sagrados te son debidos desde el seno, desde la aurora de tu juventud. El Señor lo ha jurado y no se contradecirá: "tú eres sacerdote para siempre, según órdenes del rey Melquisedec." Un verdadero hijo de Dios: «Yo seré para él padre y él será para mí hijo» (2 S 7,14). « Mientras yo contemplaba: se aderezaron unos tronos y un Anciano se sentó.» (Dn 7,9-14) o todavía una presencia particular de Dios mismo según otras promesas: « Será llamado Emmanuel» es decir, « Dios con nosotros »(Is 7,14). Y se osaba orar: « ¡Ah si rompieses los cielos y descendieses!» (Is 63,19)