« Su imperio es un imperio eterno que nunca pasará... » (Dn 7,14) La espera de Israel y de la Virgen santa era en torno a un rey pacífico, humilde y justo pero los profetas también habían suscitado la esperanza de una salvación universal, pretendiendo de una manera increíble, que ese rey dominaría sin limites de tiempo y de espacio: « He aquí que viene a ti tu rey: justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino cría de asna. El suprimirá los cuernos de Efraín y los caballos de guerra de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su dominio irá de mar a mar y desde el río hasta los confines de la tierra» (Za 9,9). «Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra (Dn 2,35) y « su dominio irá de mar a mar y desde el río hasta los confines de la tierra» (Za 9,9; cf. Mt 21, 5). Él conducirá las naciones «con un cetro de hierro» (Sal 2,1-9), « Su dominio irá de mar a mar y desde el río hasta los confines de la tierra» (Sal 72, 8). « Todos los reyes se prosternarán frente a él, todos los paganos le servirán» (Sal 72,11). « La insignia del poder estará sobre su hombro» (Is 9,5), y le será conferido «imperio, honor, reino». Todos los pueblos, naciones y lenguas le servirán: Su imperio es un imperio que nunca pasará y no será destruido» (Dn 7,9-14).