Hacia el año 800, los moros invaden España, los habitantes de la comarca donde era venerada una Virgen Negra la esconden en la montaña, para preservarla de una posible profanación. La ocupación árabe dura unos ocho siglos, durante ese tiempo la estatua sigue escondida sin que nadie se ocupe de ella. Cuando el Señor quiso develar el secreto, hizo llover estrellas en un punto de la montaña. El fenómeno se reprodujo varios días de seguido. Unos pastores, testigos del prodigio, advierten a las autoridades civiles y eclesiásticas de Manresa. La encontraron cuando hacían unas excavaciones y rodeada de muchos fieles llevaron la estatua en procesión a Manresa. Llegando al actual santuario de N.S. de Montserrat, la estatua se puso tan pesada que fuerza alguna no pudo moverla. Visiblemente, la Santa Virgen deseaba que su imagen fuese venerada en aquel lugar. Un monasterio fue erigido en guardián de "la perla de la Cataluña": « Rosa de abril, Virgen Negra de la Montaña, Estrella de Montserrat, derrama tu luz sobre la tierra catalana, muéstranos el camino del Cielo!»