Murmuraba las últimas palabras de la oración de los humildes, cuando un punto minúsculo entre dos olas le llama la atención. Sin mayor seguridad, le pide al piloto orientar el barco en esa dirección. A medida que avanzan en la dirección indicada, primero la duda, luego una esperanza loca se apodera del equipaje y pronto la realidad se impone, se trata ciertamente del náufrago, todavía vivo aunque muy extenuado. Rescatarlo no será una dificultad para el equipaje bien entrenado en estos asuntos. Las circunstancias de su rescate contadas en corro por Cadiou no suscitarían la burla de sus camaradas, pues el desafío que representó el increíble desenlace era demasiado inesperado.